martes, 22 de julio de 2014

LSD

Noche estrellada que guarda aquel lugar, me veo entre escalones de concreto que miran hacia un escenario de árboles altos y viejos. Sigo de frente, hacia un par de edificios hechos ruinas, víctimas de la industria y del abandono, sucias se pueden ver aun en la ausencia de luces, ausencia que solo la noche podría traer.

Camino en esas gradas, dirigiéndome siempre a las viejas construcciones, elevo un momento mi mirada y puedo apreciar cómo se funde el cielo y la cima de ambas construcciones. Mi mente, ese instante se siente relajada, mi cuello de igual forma, pareciera que se acuesta en una suave cama, es una sensación terminante, casi gloriosa. Bajo mi cabeza para no trastrabillar y mirar mi camino que finalizaría con las gradas, pero un sentimiento de anhelo me obliga a levantar otra vez mi mirada hacia las eternidades del cielo raso, observar nuevamente la cima de aquellas ruinas abandonadas.

Una sensación auténticamente mejor que la mezcalina y el LSD de hace 8 horas, mejor que cualquier droga, chute o hierba que hubiese consumido desde hace 4 años. Podía sentir lo libre que era ver hacia aquel escenario en las alturas, lo relajado que se ponía cada musculo de mi cuerpo mientras proseguía mi caminata, como si un sueño lo estuviese viviendo conscientemente, no tenía la menor tensión en ese momento, como se libera el esfuerzo del suelo excavado y este se abunda o como cuando terminas una ducha después de 2 horas de intensa actividad física y seguida aun de unos momentos con la mujer más erótica con la que hubieses estado en la cama. No se sentía como un orgasmo, pero un equivalente a lo mismo.

Seguía caminando, con los ojos bien puestos en lo más alto del cielo, cuando al siguiente paso, como cuando una noche de copas estas completamente consciente de tu rededor pero se acelera todo conforme el licor se inyecta en las venas, de esa forma, mi mente desbordaba ya de mi cuerpo,  no me importaba como me tambaleaba y empezaba a dar vueltas ese paisaje, solo quería seguir sintiéndolo. Tanto, tanto placer en un simple momento, consciente de que caía, pensaba que lo que observaba era exactamente lo mismo que una cámara de video dirigida al cielo y que empujada, su consecuencia es que el trípode donde se sostuviera, perdiera el equilibrio y terminase en el suelo volviendo todo lo firmemente vertical y firmemente horizontal en revés, siendo lo horizontal vertical, y lo vertical horizontal.


No recuerdo más, ni quiero acordarme de más.

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