11:30 a.m.
Antes de salir toma de la pared que están
colgadas, sus llaves, y la navaja suiza dentro de su ropero, aquella que le
regalo el Tucas hace 3 semanas y una mochila Nike comprada hace 1 año en el
mercado de Sonora. Se persigna ante el cuadro de la Santa Muerte a la salida de la vecindad.
-¡Orale mijo! –Le grita el Tucas.
Se sube a la motoneta con sistema de sonido integrado.
12:27 p.m.
Llegan a la calle de Zafiro.
-Camara cabrón. Bájame aquí, yo me
agarro a la güerita. Ahorita salga del cyber y perate en la esquina.
-¿Cuál we? -Dice el Tucas- Son
dos.
-No mames, pues a la flaca esa,
la otra ni siquiera se queda.
-Vas carnal, pero igual tarda. Ahí
te aguanto.
12:59 p.m.
Ve a la chica salir. Un último
golpe al último cigarro de la cajetilla que le compró ayer por la tarde el Tucas. Tira
la colilla. Empieza a caminar. Pasa el letrero de “Hora x 15 Pesos”. Piensa: “Tiene como 17, seguro no corre”. Avista al Tucas en la motoneta esperándolo. Saca la
navaja. Por detrás, la toma por el cuello y el brazo.
-¡Orale pinche güerita, ya sabes
que pedo! –Le esculca el pantalón, le agarra un pecho, le restriega su rostro
en el cuello, toma su mochila y el dinero que ella saca del pantalón. Se escuchan
los pistones de la motoneta encendidos. Sale corriendo. Voltea para ver la cara
aterrada de la fémina. Regresa la mirada a su compa de toda la vida, esa vida.
Siente como si un bateador rompiera su marca de Home Run de la temporada en lo
más amplio de su cara, rompiendo 5 de sus dientes, la nariz y tirándolo de nuca
al suelo.
01:01 p.m.
Se le nubla la vista. Escucha la
motoneta alejarse rápidamente. Insultos y más insultos suenan cercanos, gente
que se para frente a él. Siente como si la mañana de la boda de su prima Rebeca,
y la de la pelea más brutal del barrio, las viviese juntas y multiplicadas por
100.
–Ayudenme- Apenas un murmullo.
-¡Qué poca madre!¡Qué bueno
cabrón!¡Llama a la poli!¡Nel, que se quede ahí!¡A la chingada!¡Mátenlo, por mano
larga!
Lo bueno que tenía una fuerte
contusión, porque la siguiente madriza habría dolido más si no existiese
aquella última.
01:20 p.m.
De alguna forma, logro salir de
esa colonia respirando, y salió precisamente en una calle donde, de poste a
poste, una manta con letras azules anunciaba:
“ASALTANTE. SI ASALTAS EN ESTA
COLONIA, SE TE VA A DAR UNA PUTIZA”
02:30 p.m.
5 calles caminando mal parado, 2
peceros y una combi después, llega a la casa. Abre la puerta. Lo ve su madre,
la misma que trabaja de 7:00 a.m. a 2:00 p.m. de intendente en el Wallmart, con el uniforme escolar sucio y
ensangrentado, con resto de moretones en la cara y brazos, y con una cara de
muerto
-¿Qué te paso Marco? – Le grita asustadísima.
Triste, Marco le responde:
-Me asaltaron jefa. Como vieron
que nada más traía pa el pasaje, me madrearon.
-Pinches manos largas, hijos de
la chingada. Ojala los lincharan a esos cabrones.
¿Podía haber mentido con que se
había peleado en la escuela, pero por qué lo hizo con eso? Pensó. Más cabizbajo,
le siguió la corriente:
-Verdad que sí jefa.
Fin
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