viernes, 22 de agosto de 2014

Déjame

Déjame probar mi locura.
Déjame escuchar tus suspiros junto a mi oído.
Déjame tomar tu mano mientras busco tu intimidad con la otra.
Déjame escuchar el placer que me provoca que yo te provoque placer.

No me dejes descansar en tu pecho menos de lo que la eternidad manda.
Mientras sostienes mis manos, puedo sentir como vibran las tuyas, déjame llevarlas a mi espalda para que me abrace el fuego de tu calor.

Pero que perturbante tortura es aquella a la que me has condenado.
Permíteme disfrutar la tortura que me provocas, permíteme probar el néctar que florece de tu boca para complacer mi dolor infinito.

Déjame sostener tus suaves piernas contra las sabanas a las que nos acurrucamos.
Déjame recorrer cada nervio de tu cuerpo. Cada uno de los que revoluciones más y más tu motor.
Cada uno de aquellos que me haga estar fundiéndome cada vez más y más en ti.
Cada uno que me permita perder más el frío al camino de vuelta.

Déjame quedarme aquí.
No permitas que nuestras armaduras las vistamos de nuevo, y deja que nuestra pieles hablen y nuestros latidos griten.
Déjame dibujar cada rastro de tu geografía humana, no me dejes olvidarla.

Déjame ir, pero no me dejes ir.
Déjame besarte, pero no me dejes besarte.
Déjame olvidarte, pero no me dejes olvidarte.

Déjame… solo déjame.

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