sábado, 12 de abril de 2014

De surtida y para llevar.

¿Qué hay banda? Pues les traigo una compilación de unos borradores de escritos que jamas he publicado y no he mostrado a nadie. Así, espero que los disfruten como yo los disfrute escribiendo. Pues sin más preámbulos, aquí están.

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Una gran urbe, todo parece tan caótico, pero nadie se tropieza con nadie, un desorden muy bien acomodado. Veo a un hombre de traje azul cremotina parado en la esquina. Jamas lo volveré a ver en mi vida. Alguna vez había estado en la misma película, estos truenos que rebotan en mi cabeza, ahora no creo que sea mi imaginación quienes lo causan, son reales. Siguen sonando. Los pulsos en mi cabeza también son verdaderos, lineas indiscretas golpeando a la multitud. Bestiales instrumentos emergen del azul infinito, instrumentos de muerte, instrumentos creados por algún loco fumando un cigarrillo AppleBlack de aquella época, instrumentos subestimados por otros mucho más cuerdos que fumaban AppleBlack. 


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Se había sentado un lugar detrás de mí, me había puesto sumamente nerviosa cuando entro al salón. No me hubiera sentido tan nerviosa y emocionada si él no hubiese llegado tarde y con su profunda voz pidiera permiso de entrar a clases.

Era la segunda vez que inscribía Calculo 2, pero desde que lo vi el cuatrimestre pasado en Álgebra, nunca pude, o mejor dicho, nunca tuve el valor para entablar una pequeña charla. De hecho una vez en aquella clase, llego más temprano que yo, se sentó dos lugares junto al que yo tomaba y pude haberme cambiado de lugar (obvio junto al suyo), pero llego su amigo el güerillo aquel, y se interpuso entre mi y lo que sería un contacto del tercer tipo. Bueno, tal vez exagero con que fuese del otro mundo el chamaco ese, pero muchas veces sentía su mirada cuando terminaba la hora, y yo salía antes que todos para evitarlo, ¿por qué lo hacía? No se porque le huía todo ese tiempo, creo era el hecho de no conocerlo, y mi gran deseo de platicar un rato con él.

¡Okay, okay! Tal vez estoy exagerando, pero ¡como se peina, como viste! Incluso su aroma al estar cerca de él. Siempre de traje, como si fuese a dirigir una empresa al terminar clases.
De acuerdo, sé, son cosas banales, pero el chico es muy intelectual, se nota cuando participamos en clase, y las veces que he chismorreado las conversaciones de él y sus amigos, que aunque no tan formales igual se ven bien portaditos, son a falta de adjetivos, de alta alcurnia. Conversaciones donde hablan sobre la trascendencia de humano, de la mente y la materia, de todas formas como cualquier grupo de hombres terminan con cosas propias de su genero.

En fin, me desvié un tanto, pero regresando a este cuatrimestre y la situación actual, él sentado detrás de mí. Espero no salir "corriendo" como todas la clases de Algebra. Ahora voy a voltearme, lo mirare, me armare de agallas y le hablare.
-¿Qué hay, Salvador cierto?, Tu ibas conmigo el cuatrimestre anterior ¿verdad?
-Si, en Algebra. Eres Erica ¿no? -Respondió y pregunto entre sorprendido y divertido.
-Así es. -Una voz coqueta se me escapo, casi por instinto. Una parte de mí no lo podía creer, se había acordado de mí. -¿Por qué no te sientas aquí a mi lado?

La sorpresa se notaba clara en su cara, tomo su pequeña libreta, su estuche y se sentó junto a mí. Me di cuenta que su rodilla temblaba impaciente, y en su cuello brotaban gotas de sudor, obviamente era el calor de verano y el traje que jamás le había visto sin quitarse el saco.

Yo ya estaba encarrerada. Justo cuando iba a hacer mi jugada pidiéndole su correo para los trabajos de la clase, dio la hora y termino Calculo 2, se despidió rápidamente de mí, y fue el primero de todos en salir. Ese gran muchacho se había desvanecido tan veloz, que cuando salí a del salón para buscarlo, ya no se encontraba en los largos pasillos de la facultad.

Lo bueno, lo volví a ver cada clase de Calculo, e intentaba nuevamente hacer alguna jugada, pero lo malo, cada vez que lo intentaba empezaban el temblor de la rodilla, y el sudor del cuello y ser el primero en salir. Bueno igual no es tan malo, ahora yo se que se siente ser la secreta admiración de alguien.


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No tardo en cerrar la puerta del departamento, ellos solo querían un lugar para resguardarse, pero él no lo permitió. Tomo una varilla y mientras forcejeaban la débil puerta, les permitió por un instante entrar, solo para recibir una tunda y dejarlos en el suelo a los tres, con ayuda de sus hermana, sacaron a los tres chicos inconscientes del edificio, y  al volver a entrar, después de cerrar la puerta con seguro, escucharon gemidos, sonidos guturales y cliqueos. Supieron que estaban perdidos los que estuvieran fuera a esa hora. No había nada que pudieran hacer. Él solo escribió una nota que iniciaba:

Para aquellos que no me entendían...
Para aquellos que creían hacerlo...



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Llego a las 8:00 p.m. Martes. Después de un día lleno de altos y bajo, solo deseaba su cama y su rica almohada.

Aventó la mochila a su silla del escritorio. Se acostó en su cama y se quedo pensando:
"He trabajado y estudiado todo este tiempo, he dedicado mi vida. Pero a pesar de todo mi esfuerzo, no me siento feliz"

Pero él no creía en la felicidad, o al menos eso se repetía cada vez que pensaba eso mismo todos los martes  cuando llegaba a las 8:00 p.m., solo deseando su cama y su rica almohada..
"Tal vez deba buscarla, aunque sea muy difícil encontrarla"

Siempre concluía lo mismo, después continuaba con sus trabajos de investigación de la maestría, cenaba y se iba dormir a no más tardar las 11:30 de la noche. Pero esta noche, esta noche algo difirió de todas las demás que llegaba a las 8:00 p.m., solo deseando su cama y su rica almohada, ésto, siendo martes.

-Tal vez deba buscarla, aunque sea muy difícil encontrarla- Repitió en voz alta.

Se levanto rápidamente. Tomo Su libreta de notas personales, aquella del montón de útiles de la maestría. En ella contenía, con recelo y oculto a simple vista, un pequeño diario que abandono después de zanjar una etapa tosca y dura de la universidad.

Se sentó en el escritorio, encendió la lampara de estudio, alcanzo el sencillo portaminas de la mochila, y empezó a escribir una de las tantas ocurrencias que pasaban por su hemisferio derecho.



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A mi me lo han contado como la Guerra de los Champiñones Gigantes, o al menos eso dice mi niñera Archie 5, programada para cuidarme cuando se van mis papás a la Tropolí, Pero ellos dicen que fue un mal necesario, o que eso le contaron sus abuelos y a ellos su padres, que estábamos rompiendo con todos los límites de nosotros y de ellos.

Ahora es muy difícil distinguir entre unos y otros, y así como con los humanos existió y sigue existiendo religiosos y no religiosos, con las MIAs (Maquinas con Inteligencia Artificial, o llamadas  simplemente como maquinas), están la vertiente que ha ofrecido su vida al servicio de la humanidad y de las propias MIAs, y las que se han exiliado a la luna, donde nadie se mete con ellos y pueden vivir su propia cultura.

Después de la pacificación en la Tierra, según mis profesores de historia, se tuvieron que cambiar muchísimas leyes, la mente de personas y maquinas tuvieron que abrirse a un nuevo tipo de futuro. Tantos años después de la Guerra de los Champiñones Gigantes, existe una crimen, que entre humanos se le dice de "Odio". 
"Crímenes por Alma", mi papá me cuenta que se les ha catalogado en el Diccionario Penal Internacional como: Aquellas violaciones a la vida e integridad de la misma, por considerar a un grupo de entes pensantes, como fuera de la creación o bien considerarlos imperfectos.
La mayoría de estos casos suelen ser asesinatos de un grupo religioso extremista a una MIA, o un loco MIA seguidor de los cuentos Nietzschinianos que mata a un ser humano.


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