sábado, 15 de marzo de 2014

No es un cuento

Ahora les traigo otro cuento que escribí para el concurso de cuentacuentos del 2012 de mi facultad, no gane, pero eso no implica que sea malo, en lo personal, yo prefiero el anterior que públique "Busqueda" porque tuve más tiempo y deseo de escribir aquel que este. Aun así, espero lo disfruten y me comenten que tal les parecio.

Se despertó Gabriel por la luz de la mañana que atravesaba las grandes ventanas del cuarto, pero eso no lo decidió a levantarse, hasta que su hija parada junto a su cama lo animo por fin:
-¡Papi, papi! ya levántate, me prometiste que iríamos hoy. -La pequeña empezó a moverlo de lado a lado, mientras el apenas descansado padre se incorporaba al nuevo día.
-No quiero que lleguemos tarde. Aunque sea domingo y hoy no vayas a tu trabajo, no es como para levantarse tan tarde. -El regaño de la niña al padre le sorprendió bastante, jamás creyó que una lección de hace 2 años sobre el valor de las primeras luces del día y, el rendir diario, le hicieran parecer a su hija de 12 años y a su ya difunta esposa casi idénticas.
Ambos se asearon, desayunaron, bajaron los tres pisos del edificio, y se subieron en elFord Fiesta del hombre. Cuando metió la llave en el coche para arrancar, notó algo sumamente raro, era como si la mecanicidad de conducir hoy no lo fuera, apenas sentía saber cambiar las direcciones de la marcha, se esforzó un poco incluso para recordar que tenía que dar reversa, para poder salir primeramente del cajón del estacionamiento. Con unas menores complicaciones, por fin pudo salir del estacionamiento y partir junto a su pequeña hacia el centro de la ciudad.
Como si el tiempo volase, ya se encontraban en el trigésimo octavo piso. No recordaba  el angustiado padre que entre su casa, el centro, encontrar lugar para estacionarse y la caminata hacia el edificio más grande de la ciudad, obtuviese esos tiempos records. De hecho casi no recordaba bien porque calles había cruzado para llegar a La Torre, como le llamaban a ese edificio tan nuevo y gigantesco en ese pequeño rincón olvidado por Dios.
-¡Mira papi! Desde aquí se ve la ciudad entera, y ahí está el río, y el puente, y allá está la casa, aunque no la vea, pero ahí está, ¿verdad papi? -Con mucha alegría, señalo la niña todo el paisaje que se lograba ver en el mirador de La Torre, cada vez con los ojos más abiertos y con grandes suspiros de emoción.
-Sí Daniela, tiene que estar ahí, pero otros edificios la tapan, pero nuestra casa de todas formas sería un puntito, porque se encuentra muy lejos.- Comento también muy contento Gabriel de que ella se encontrara tan emocionada con el lugar.
Volteo el hombre de anchas espaldas a ver si se estaban divirtiendo de la misma manera las demás familias, y cada rostro le pareció familiar aunque no pudo reconocer absolutamente a nadie, momentos después Daniela dio unos pasos atrás como espantada por algo, tanto que toco la pared junto al elevador que los había llevado a tales alturas.
-¿Qué te pasa mi cielo?- Interrogo el fuerte hombre a la niñita.
-Es que te vas a caer papi –Hablo con un aire triste y cabizbaja.
-No hija, yo no me puedo caer, mira –Abrió los brazos hacia el paisaje-. Todo el vidrio hace de pared para evitar cualquier accidente a las personas.
Daniela volteo la mirada a los ojos de Gabriel, y este descubrió unos ojos más azules y mucho más serios de los que había tenido alguna vez su hija.
 -Eso no importa papi, porque el vidrio está roto –El tono de voz de la niña se escucho ahora grave y hasta agresivo.
Gabriel volteo, el vidrio estaba quebrado, casi como si este fuera una telaraña gigantesca y él fuese una mosca para deguste de otro insecto. Volvió la mirada a su hija y un aire lo aventó fuera, rompiendo por completo el cristal del mirador, vio como su hija se volvió una completa sombra mientras él caía desde un edificio más alto de lo que recordaba. El aire podía sentirlo fuertemente en sus oídos, cada segundo se volvió lento, incluso sentía como si cada latido fuera un terrible golpe de martillo en todo su cuerpo, el viento empezó a volverse más denso y cada vez lo sentía menos fuerte, como si su caída fuera alentada por algo, su pesadilla había terminado.
No recordaba que se durmió 2 horas antes en el sillón especial para la piscina, y se despertó gracias a caerse en el agua. En verdad a Gabriel no le agradaba la idea de tener hijos, así que lo sucedido en sueños le pareció aun más improbable de lo normal.
Ya era de noche cuando salió de la piscina, él solo quería un descanso de la ardua semana que tuvo en la oficina. Tomo sus sandalias, una toalla que estaba cerca y entro por la entrada trasera a su casa, una casa “humilde” para un solterón adinerado.
Subiendo las escaleras hacia el 2º piso pudo ver a Jocelyn, una mujer atractiva a los ojos de cualquier varón respetable, luciendo un vestido gris muy provocativo para los ojos del gran hombre.
-Supongo que no estás listo para la reunión de la compañía –Murmuro la dama a Gabriel con tono coqueto, mirándolo solo en traje de baño y con una toalla al hombro.
-Deja me cambio, amor –Tomo a la mujer de la mano y la guio por el pasillo hasta su cuarto, el último de otros 3. Uno servía como salón de estudio, otro era donde se encontraba la mesa de billar, el minibar y otros artilugios más para el vano entretenimiento. Uno más, el más cercano a la escalera se encontraba vacío, solo teniendo su lámpara de techo, una ventana de amplia ala y sus contactos eléctricos. Este último cuarto se encontraba en ese estado por no hallarle función alguna.
Una vez con la ropa adecuada, sugerida por la bella joven, Jocelyn salió por el pasillo, mientras Gabriel se peinaba para finalizar.
-Ya estoy listo para esta noche –Salida del cuarto cuando ella lo abrazo dulcemente y de una forma que jamás había hecho con él, luego le dio un beso muy tierno en los labios. Entonces le susurro:
-Cierra los ojos…
-¿Qué tratas de hacer? –Le cuestiono Gabriel.
-Cierra los ojos… -Volvió a susurrarle pero ahora de forma más confidente, obedeciendo el hombre muy sumisamente-. Ahora encuéntrame.
Ella lo soltó, se escucharon pasos alejándose de él, risas de Jocelyn, y una puerta que se abría y se cerraba. Gabriel abrió los ojos, toda la casa estaba oscura, excepto por las luces que se asomaban por las ranuras de los cuartos en el pasillo.
Se acerco y abrió la puerta del salón de estudio. Una voz burlona se escucho:
-¿Crees que estoy ahí? –No era la voz de Jocelyn la que traían las paredes.
Cerró ahora la puerta del salón de estudio, camino al cuarto donde se encontraba la mesa de billar y escucho su propia voz, aunque no provenía de su boca:
-¿Crees que estas ahí? –Gabriel creyó ser una broma de muy mal gusto por parte de Jocelyn, se había espantado antes, pero ahora empezaba a enfadarse.
Decidió entonces, sin inspeccionar la sala de entretenimiento, ir mejor a la habitación vacía, y cuando apenas toco la perilla de la puerta, la voz de Jocelyn susurraba:
-¿Tú quieres encontrarme? ¿Tú quieres abrazarme? ¿Qué quieres encontrar? –Al escuchar esto, el hombre con mucha valentía giro la perilla, abrió la puerta y en medio de la habitación se encontraba un anciano pequeño, sentado en el suelo sobre sus pies, muy al estilo oriental.
-Ven, siéntate conmigo –Hablo el anciano y él, estupefacto, siguió el consejo. Se sentó en frente del pequeño hombre, que estaba vestido de azul-. Creo que buscabas a alguien, pero yo no soy esa persona.
-No, no lo creo –Gabriel dejo de tener miedo por lo antes sucedido en el pasillo, y también gracias a la gran calma destilada por el viejo.
-¿Dónde estoy? –Pregunto Gabriel.
-Estás en tu casa, no desperdicies este encuentro con cosas que son obvias. La pregunta correcta sería: ¿a quién buscas? –Señalo el pecho de Gabriel-. Porque cuando la encuentres, a esa persona, saldrás de este sueño y podrás darte cuenta de tu realidad.
-Entonces si estoy en un sueño, ¿cómo puedo salir?
-Todos estamos en un sueño, solo esperamos ser despertados por la persona indicada, tú estás en otra parte de tu subconsciente. Pero no te preocupes, yo te ayudare a salir de aquí –El anciano, alzo la mano derecha hacia el techo, inmediatamente la bajo clavándola profundamente en el pecho del gran hombre, retiro la mano y no había sangre o marcas de algún tipo. El anciano solo sostenía una masa incorpórea y amorfa, que al soltarla, se extinguió cual hoja de papel al fuego.
Respirando arduamente Gabriel, sentía como todo se resolvía en su mente.
-Ahora de vuelta a la realidad – La mano izquierda del viejo en la frente de Gabriel hizo que todo brillara como una explosión de energía. De todo ese brillo empezó a distinguir luces rojas y azules, luego empezó a oír sonidos agudos y chillantes.
-Despierta hijo –Escucho una voz grave y ronca-. Estas en problemas –Era un oficial de la policía que lo levantaba del suelo y esposaba contra la pared.
Todo estaba claro: las medicinas en La Torre; el “corto” viaje de regreso; Daniela que había huido por la ventana; la riña con su esposa, Jocelyn; Jocelyn sin vida al fondo de las escaleras.
Había dejado sus medicinas para la esquizofrenia en La Torre… golpe en la cabeza… La Torre... Daniela triste… La Torre… golpe en la cabeza… Daniela corriendo… La Torre… La Torre… La Torre…
                                                           Fin